martes, 6 de julio de 2010

Homero "hombre malo" ¿según quién?

Este capítulo de Los Simpsons surge como una crítica hacia una de las temáticas propuestas por Bourdieu en el capítulo “La televisión, el periodismo y la política”: la tendencia presente en todas partes del mundo, pero principalmente en Estados Unidos, a sacrificar la entrevista profunda, la discusión de especialistas y el reportaje a la mera diversión y, en especial, a los chismorreos insignificantes de los falsos debates entre interlocutores adictos e intercambiables. El temor de aburrir y, por lo tanto, que baje el índice de audiencia lleva a los periodistas a primar la pelea sobre el debate, la polémica sobre la dialéctica, y a hacer cualquier cosa para privilegiar el enfrentamiento entre las personas en menoscabo de la confrontación entre sus argumentos.

En este episodio, Homero se encuentra atrapado entre las redes de los medios de comunicación, por un hecho que no cometió. La opinión pública lo culpa de abusador sexual y los medios no dejan de alimentar la fantasía. En este contexto, el hecho coincide claramente con la secuencia acontecimiento-noticia-suceso presentada por Martín-Barbero. Este autor propone la idea de que la noticia es el eje del discurso informativo, y el acontecimiento es el referente-tipo de ese discurso.

El acontecimiento, multiplicado al infinito por el dispositivo de la massmediación es a la vez exorcizado, amordazado, neutralizado al ser integrado en el sistema de la información. Mientras las ciencias, incluidas las sociales, niegan el acontecimiento, los Medios lo exaltan, lo potencian, sino es que lo fabrican, en cantidades directamente proporcionales a la demanda que ha sabido inocular sobre el mercado, es decir, en cantidades industriales. Estas teorías se reflejan en el problema que debe afrontar Homero, cuando todos los medios comienzan a producir, reproducir y resignificar el acontecimiento con la niñera.

Según lo expuesto por Martín-Barbero, el acontecimiento está caracterizado, en primer lugar, por la imprevisibilidad. Tanto más acontecimiento cuanto más raro, más extraño. Al ser esa “rareza” una variable dependiente, resulta que las coordenadas en que se inscribe lo acontecible-noticiable no son las absolutas de la naturaleza sino las relativas de la cultura.

Una segunda característica es la implicación, que es el número y el tipo de personas concernidas por el acontecimiento. Y aquí también la noticia es eficaz en relación a la capacidad de ampliar hasta los límites de lo verosímil la tasa de implicación. Así, el circuito del mercado informativo revela su circularidad espectacular: es acontecimiento no aquello que pasó a tales personas sino aquello en que pueden participar, desde la noticia, el máximo de lectores.

La tercera característica se refiere a la idea de que acontecimiento hoy es lo que vive en y de la noticia. Transformado en noticia, el acontecimiento sale de la historia para entrar en la “banalidad”, para integrarse en el ritmo y el valor de la cultura de masas. La noticia se separa del acontecimiento del acontecimiento hasta oponérsele, hasta negarlo vaciándolo de lo que tenía que acontecer, de novedad, desamordazándolo en su capacidad de subversión, sustituyéndolo.

La redundancia intrínseca al sistema tiende por sí misma a producir lo sensacional y a alimentar la necesidad de acontecimientos. No es que los medios los inventen, sino que los detectan y los dramatizan: los producen. La noticia del supuesto “abuso sexual” por parte de Homero es producida en base a estas lógicas que rigen los hechos noticiables.

Así llegamos al centro de la problemática que plantea la noticia: la transformación del acontecimiento en “suceso”, su vaciado de espesor histórico y su llenado, su “carga” de sensacionalidad y espectacularidad. La “forma” en que el acontecimiento es producido por la noticia y consumido por los lectores es la del suceso. Para hacer vendible y consumible el acontecimiento el diario inocula en el relato todo un imaginario de masas que es precisamente la sustancia del suceso. Un imaginario colectivo cuya dominante es el imaginario comercial. El suceso es el cuento maravilloso de nuestras industrializadas y democráticas sociedades.

Reportajes, documentos, testimonios, fotos-shock: la noticia se ha tornado más verdadera que la verdad misma, la imagen más real que lo real. Hoy lo que hacemos es consumir los sueños que nos fabrican los directores de ese inmenso show que llaman información.

En este contexto, Homero siente que no hay nada que pueda hacer para recuperar su integridad frente a una sociedad que formó su opinión en base a lo que se publicaba en los medios. En ese momento, sus hijos le presentan una posibilidad. Lisa le dice: “los medios te han hecho un monstruo porque no quieren saber la verdad, lo único que quieren es entretener. Necesitas un foro donde no sepan ni qué significa entretenimiento: Televisión de acceso público”.

Por este motivo, deciden recurrir al canal público, en concordancia con lo propuesto por Calicchio en relación a la necesidad de utilizar la comunicación alternativa como una herramienta que desmitifique y desnaturalice la representación que los medios masivos hacen de la realidad. Si bien estos medios presentan una tecnología que no se equipara a la de los grandes medios y obviamente no cuentan con la misma audiencia, si hay algo que tienen en común todas estas experiencias alternativas, según la propuesta de Calicchio, es la tendencia hacia una lectura crítica, causal e histórica de la realidad, y consecuentemente su oposición al arbitrario cultural que ayudan a construir los medios masivos. El discurso de Homero en este medio no tiene llegada social, por lo que decide concurrir a un programa en el que él confía, que pertenece a los grandes medios, para dar testimonio de lo ocurrido.

El cambio que realizan en la entrevista que le hacen a Homero desde el programa que lo invitan, perteneciente a un medio hegemónico, se justifica ante esta idea Bourdieu sobre la competencia en el seno del campo periodístico, que incluye la obsesión por la exclusiva sensacional y la tendencia a dar prioridad sin discusión a la información más reciente y a la interpretación más original, la cual muchas veces es la más cínica. A esto se le suma los constantes pronósticos y diagnósticos poco elaborados y que tienen asegurada la impunidad más absoluta, porque están protegidos por el olvido casi inmediato que engendra la rápida rotación de los sucesivos conformismos.

En este sentido, y según lo expuesto por Bourdieu, la búsqueda de lo divertido inclina a desviar la atención hacia un espectáculo siempre que la vida política hace surgir un problema importante, pero de apariencia aburrida. En síntesis, se convierte a la realidad en un conjunto de acontecimientos divertidos muchas veces situados a medio camino entre el suceso y el espectáculo, en una sucesión sin pies ni cabeza de acontecimientos heterogéneos que se reducen al absurdo cuando se los lleva únicamente a lo que se muestra en el instante presente, disociándolos de todos sus antecedentes o sus consecuencias, en una visión de los hechos deshistorizada y deshistorizante.
Un claro ejemplo de estos procesos se refleja en la imagen del mundo que muestran los noticieros televisivos, sucesión de historias aparentemente absurdas que acaban por parecerse entre sí. Ya refiriéndonos al ejemplo propuesto en esta publicación, es lo que ocurre en el programa de televisión que lo invita a Homero a contar su historia. Por más que la distorsionaron para que Homero pareciera culpable, el problema fue aclarado gracias a una filmación de Willy, quien era un aficionado de filmar parejas y había captado toda la escena, mostrando la inocencia de Homero en lo que el programa había declarado un “abuso sexual”. En consecuencia, el periodista se ve en la obligación de ofrecer disculpas por el dilema creado. Su discurso, ofreciendo de claro ejemplo ante lo expuesto anteriormente, es: “En nuestra búsqueda de primicia, los miembros de la prensa a veces cometemos errores”.

En ese mismo programa, al otro día, muestra la historia Willy, un “extraño escocés” que graba videos a escondidas. Homero, volviendo a esa “amnesia estructural” propuesta por Bourdieu, que favorece la lógica del pensamiento al día y la competencia impuesta por la identificación de lo importante y lo nuevo, se asusta de ese personaje, y necesita que Marge le aclare que fue Willy quien lo salvó y hacerle entender que lo que le pasó debe servirle para no creer en todo lo que dicen los medios. Aquí se inserta el principal problema de la representación planteado por Martín-Barbero: en que uno tiende a creer que lo que existe en los medios es la realidad.

Sin embargo Homero, quedando nuevamente sólo frente a la televisión, se levanta del sillón, abraza al aparato y le dice: “No nos volvamos a pelear chiquita”.

                                                                                                      Juan Manuel Mena
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